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Dios aprieta… ¡y con frecuencia ahorca!

Un artículo que escribí en diciembre del año pasado cuestionando la existencia de Dios me "regaló" un sinnúmero de "enemigos instantáneos" que, sin pelos en la lengua, manifestaron su rechazo hacia mi persona con insultantes correos electrónicos y agrias palabras.

El escrito causó tanto malestar que me convertí en el blanco de múltiples amenazas, y a ser acusado de "ateo", "impío", "sacrílego" y hasta de "malparido". Hubo algunos anunciantes que amenazaron con retirar su publicidad de este medio si un servidor continuaba escribiendo para el mismo.

No obstante, el repudio público a las ideas que presenté sembró la pauta para que escribiera un segundo artículo profundizando aún más en los detalles de por qué puse en duda la existencia de un Todopoderoso en la Tierra.

Lo cierto es que más allá de dar mi opinión, en ambas entregas simplemente presenté una serie de preguntas inconclusas, las cuales hasta hoy no he podido encontrar respuestas.

Cuestioné, por ejemplo, si Dios existe y es todo amor (y supuestamente siempre quiere lo mejor para nosotros, sus hijos), ¿por qué entonces existe tanto sufrimiento en el Mundo?... ¿Dónde está Dios en esos momentos de crisis cuando verdaderamente lo necesitamos?

Básicamente hice lo que cualquier periodista serio debe hacer…  Recopilé información relevante al tema en cuestión, busqué los detalles de los hechos, y finalmente presenté dos trabajos de manera clara, directa y respetuosa, para que cada lector tuviera las herramientas necesarias para llegar a sus propias conclusiones.

Mi intención nunca fue ofender a nadie. En ningún momento me manifesté en contra de Dios, de las iglesias o las religiones. Se trató de dos intentos fallidos para esclarecer dudas de por qué ocurren tantas tragedias y abusos cuando presuntamente hay un Dios que nos ama, cuida y protege de todos los males.

Lo triste es que sigo sin encontrar una explicación lógica o factual. La mayoría de mis críticos coincidieron en que, ¡para entender los misterios de Dios es necesario tener fe, y punto! Pero precisamente en ese intangible sentimiento de fe es donde está el problema… Es muy espinoso creer en el "poder de la fe" cuando vivimos rodeados de tanto dolor, tragedias, abusos, ataques y desastres.

En Santo Domingo crecí en un hogar católico, romano y apostólico, donde casi a diario se rezaba un rosario (con todos sus misterios) y la misa dominical era un compromiso obligatorio. En mi hogar "mandaba Dios", y todo lo que pasaba en mi entorno era "gracias a Él".

Me enseñaron de niño que si le pedías algo al Señor y no se te daba, era porque aún no era el "tiempo de Dios". Si ocurría algo bueno entonces era el resultado de una bendición, ¡un regalo de Dios!. Pero si por otro lado, nos sacudía un suceso negativo entonces era un "castigo" o una "prueba" del Todopoderoso.

A esta filosofía de vida cristiana se le sumó la frecuente enseñanza de "pedirle ayuda a Dios" cuando nos veíamos en una encrucijada o si necesitábamos de su apoyo o guía para seguir adelante.

En mi mente quedaron plasmadas citas bíblicas como la que aparece en Salmos 46:1 que dice: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones".

También recuerdo lo que leí alguna vez en Isaías 41:10 donde dice: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia".

Ahora bien, (y esta es la pregunta recurrente), si Dios está siempre ahí para ayudar, por qué nunca se manifiesta cuando lo necesitamos o cuando los indefensos no tienen protección.

¿Dónde estaba Dios la madrugada del 12 de junio cuando el terrorista Omar Mateen entró armado a un club nocturno de Orlando, mató a 49 personas inocentes y dejó a decenas de heridos?

¿En qué lugar se escondió el Señor cuando terroristas atacaron los aeropuertos de Bruselas e Estambul; o cuando en la playa de Niza un tunecino-francés manejó un camión a toda velocidad para despiadadamente atropellar a cientos de personas y dejar un saldo fatal 84 personas?

¿Dónde está Dios cuando ocurren los asesinatos y los asaltos sexuales, que para siempre marcan a sus víctimas?; ¿cómo el Todopoderoso nos protege del racismo, la xenofobia, y la discriminación?; ¿por qué el Señor no rescata a los miles de niños refugiados sirios que, en medio de su desesperación de la guerra, dibujan carteles con los caracteres del Pokémon a ver si se convierten en noticia y alguien los ayude?

Siempre he rechazado por completo las ideas de Karl Marx, el intelectual alemán considerado padre del comunismo. Pero creo que a lo mejor él tenía razón cuando en 1844 escribió que "la religión es el opio de los pueblos".

Las Iglesias, a veces siento que son grupos exclusivos creados para controlar a la gente. Una especie de "distribuidores" que buscan enganchar a la feligresía en la droga de la esperanza. Los religiosos son "adictos" con miedo de creer la verdad, que piensan que la adoración es la clave para encontrar la felicidad.

Es inexplicable, por ejemplo, que un fumador que pase toda su vida contaminándose de cigarrillos pase toda una vida sin enfermarse. Al tiempo que alguien, que nunca ha inhalado humo o nicotina, de repente se convierte en víctima de un cáncer de pulmón.

Están aquellos que luchan, trabajan y se esfuerzan diario, pero que la vida los maltrata con problemas y pobreza. Mientras que hay otros que siembran el odio y gozan de un mejor estilo de vida.

Al final del día, cada quien cree lo que quiere; lo que les haga sentir bien. Lo importante es hacer el bien siempre y luchar porque las cosas salgan bien. "Dios" o el "destino" nos dirán el resultado.

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El periodista Fernando Almánzar trabaja como Productor y Editor de Asignaciones en Telemundo, y ha sido galardonado con tres Premios Emmy como miembro del equipo del programa matutino "Un Nuevo Día".